¿Cuáles son los juegos de mesa más bonitos?

Pregunte a un grupo de entusiastas cuáles son los juegos de rol más bellos y se arrepentirá de la pregunta un segundo después de formularla.

El quid de la cuestión -valga la redundancia- reside en una sola palabra, subjetiva como si para otros no hubiera un mañana, esa belleza que durante siglos y milenios ha sido sondeada por la humanidad como si se tratara de un cajón rebosante de calcetines desparejados. Volveremos sobre este tema en un artículo posterior, y en cualquier caso no es éste el lugar para las elucubraciones filosófico-existencialistas que el tema requiere; pero permítanme unas palabras.

Un juego es bello cuando gusta. Suena banal, pero es una de las pocas seguridades de este mundo, una especie de Fabrizio Frizzi del intelecto humano.


Si para un hipotético Gaspar el juego es la exaltación del placer de la compañía, casi una excusa para la carcajada gutural y la carcajada, hasta el punto de que con sus amigos incluso disfruta jugando a la Mierda, es probable que su concepto de obra maestra sea decididamente distinto al de su primo Odoacre, a quien, con tres amigos muy selectos, en cambio le gusta sentarse a la mesa, en un silencio tan espeso como un batido de plátano, y luego agriarse los sesos con un exprimidor eléctrico.

Al ver a los primeros babeando por Celestia y a los segundos por Brass, cada uno al frente de sus filas de sodalistas, con las espadas desenvainadas para defender sus visiones lúdicas y escupiendo cubitos de cianuro sobre las de los demás, Silvanus el muggle podría sentirse, como mínimo, confuso: por eso también, nos guste o no, entran en juego las clasificaciones.

Idolatradas o despreciadas según sople el viento, un poco como la música de Branduardi, los Amici de Maria De Filippi o el culo de Kim Kardashian, las clasificaciones -agradables o no- son lo mejor que tenemos a nuestra disposición para intentar vislumbrar un hilo conductor en las volubles evoluciones del pensamiento del jugador de mesa.

Sea cual sea la clasificación, por supuesto, hay que aclarar de inmediato los criterios en base a los cuales se ha elaborado: si sabemos, por poner un ejemplo, que la clasificación de 2016 de TeOoh! premia un juego que cumple con lo que él espera de él, podemos incluso perdonarle que prefiera Happy Salmon a Codename.

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